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Cómo las empresas pueden prepararse para la catástrofe

Por Yvette Mucharraz y Cano
Cultura organizacional
Harvard Business Review

El 19 de septiembre de 2017, un terremoto severo golpeó la Ciudad de México, matando a 370, hiriendo a miles y destruyendo decenas de edificios. Por un corto tiempo, la ciudad se detuvo cuando los esfuerzos de rescate tomaron prioridad sobre el comercio normal. Pero luego sucedió algo curioso: algunas empresas pudieron volver a trabajar con relativa rapidez, mientras que otras se retrasaron o incluso no lograron recuperarse y desaparecieron.

El terremoto de 2017 proporcionó un laboratorio natural para estudiar una capacidad comercial crucial pero a menudo difícil de alcanzar: la capacidad de recuperación organizacional. Dos años después del terremoto, me reuní con un grupo de líderes cuyos negocios sobrevivieron al terremoto para comprender qué los distingue. Descubrí que sus respuestas se ajustan perfectamente a una teoría líder sobre la resiliencia organizacional: que se divide en etapas sucesivas: anticipación, afrontamiento y adaptación.

Anticipación
La resiliencia comienza con la generación de conciencia sobre los riesgos potenciales para la organización, respaldada por los datos recopilados a través de evaluaciones de riesgos y experiencia. Las organizaciones resilientes implementan los protocolos de acción necesarios, los esfuerzos de continuidad del negocio, las disposiciones financieras, los recursos humanos, la tecnología y la infraestructura para garantizar que puedan responder bien a eventos de alta consecuencia y baja probabilidad. Por ejemplo, una compañía de servicios de consultoría que perdió un edificio en el centro de la ciudad y no tuvo víctimas humanas desarrolló de antemano los procesos y protocolos de emergencia que protegían a sus clientes y empleados cuando ocurrió el terremoto porque evacuaron fácilmente y sabían cómo actuar. . Además, los líderes adquirieron la cobertura de seguro que protegería a la organización de un incidente catastrófico, y la organización recibió los beneficios casi de inmediato para establecer una nueva oficina en unas pocas semanas.

Específicamente, las empresas con las que me reuní emprendieron varios pasos para ayudar a prepararlas con anticipación ante catástrofes imprevistas:

Construyeron una fuerte cultura organizacional. La cultura corporativa sirve como un mecanismo de preparación para eventos ambientales, especialmente cuando está respaldada por un fuerte compromiso de los líderes organizacionales con ética y valores y cuando la confianza está presente en la comunidad organizacional. Por ejemplo, en otra organización en la que el edificio se derrumbó solo quince segundos después del comienzo del terremoto, el equipo y el grupo de líderes que fueron entrevistados compartieron una visión común sobre cómo vivían sus valores corporativos de empoderamiento, innovación, trabajo en equipo, integridad y inclusión. En la fase de recuperación, los líderes confiaron en los miembros del equipo para tomar decisiones y crear soluciones para continuar operando mientras los socios comerciales buscaban apoyo financiero, abordaban los problemas legales y apoyaban a las familias de los empleados afectados.

Promovieron el liderazgo emergente. Las respuestas de emergencia de las organizaciones son activadas por líderes emergentes durante las crisis, y se prueban durante crisis menores. El liderazgo emergente se observa en la respuesta a eventos extremos y está asociado con organizaciones que tienen poca distancia de poder, liderazgo distribuido, estructuras flexibles y procesos que reflejan el empoderamiento y la delegación de autoridad.

Invertieron en espacios de trabajo seguros y protegidos. El concepto de "liderazgo a través del lugar" es crítico en los riesgos ambientales que afectan a las organizaciones, ya que la pérdida del espacio, por ejemplo, un edificio, impacta profundamente a las personas, y la sensación de estar perdido puede aliviarse redefiniendo la identidad de la organización para fomentar un sentido de pertenencia y crear una "nueva normalidad" en un nuevo espacio.

En consecuencia, la selección del espacio en el que opera una organización es más que un aspecto incidental. Los líderes deben proporcionar un ambiente seguro para preservar la integridad física. El cumplimiento de las normas y normas oficiales es fundamental para proteger a las personas que asisten a un entorno organizacional, incluidos empleados, contratistas y visitantes. Las instalaciones deben ser evaluadas por expertos en construcción y protección civil y aseguradas por la cobertura del seguro. Además, los empleados deben estar cubiertos por pólizas de seguro de vida y salud y seguridad social de conformidad con las leyes laborales y de protección civil.

Los líderes deben ser conscientes y aceptar que la amenaza de un peligro ambiental está continuamente latente. Por lo tanto, se requiere acción a diario. Los ejercicios de evacuación no son suficientes; Por ejemplo, como parte de la continuidad de las estrategias comerciales, es fundamental identificar sitios alternativos desde los cuales operar y simular el flujo de comunicación, ya que puede haber una suspensión de servicios como Wi-Fi o redes sociales durante una emergencia debido a la falta de poder y la saturación de las redes de comunicación. También es necesario verificar que las medidas de seguridad, como barras o cerraduras instaladas en las puertas de acceso o salidas de emergencia, no se conviertan en obstáculos para la evacuación durante una emergencia. En el caso de las organizaciones que tienen animales en sus instalaciones, también deben ser parte de los protocolos de emergencia. Finalmente, las decisiones críticas de prevención incluyen la ubicación de los servidores de la compañía, documentos oficiales u objetos difíciles de reemplazar (por ejemplo, arte) y bóvedas de efectivo para asegurarlos en caso de emergencia.

La tecnología puede hacer la diferencia. Una de las principales consideraciones que los líderes mencionaron repetidamente fue el uso de información y tecnología para respaldar los datos de la organización y proporcionar conectividad como medida de precaución para preservar la información. Este es un activo intangible crítico para la organización y para la continuidad de los propósitos comerciales.

Albardilla
Para hacer frente a una crisis ambiental de manera efectiva, la coordinación interorganizacional y multisectorial es esencial entre las instituciones gubernamentales, el sector privado, las universidades, las entidades no gubernamentales y la sociedad civil. Esta coordinación puede convertirse en una fuente de solidaridad y una posible fuente de alivio durante una crisis. La resiliencia debe ser cultivada de manera cruzada, desde la etapa de prevención, activada durante el evento y en la fase de recuperación. Por ejemplo, en 2015, una alianza conocida como ARISE, la alianza del sector privado para sociedades resistentes a los desastres, dirigida por la oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDDR), se estableció en 2018 en México. Aunque es una iniciativa global, su operación en México fomenta la participación de la comunidad empresarial, entidades gubernamentales como la Coordinación Nacional de Protección Civil y otras instituciones no gubernamentales. La alianza ARISE se centra en construir sociedades resilientes mediante la prevención de desastres y la reducción de riesgos.

Después del terremoto de 2017, hubo organizaciones ejemplares que trabajaron activamente en los esfuerzos de respuesta de emergencia. Como ilustración, una organización en el sur de la Ciudad de México dedicó su tiempo y energía en los esfuerzos de rescate del vecindario. Uno de los líderes se convirtió en el líder de un centro de donaciones y coordinó los mecanismos de apoyo con las entidades públicas. Otra empresa privada, dedicada a la reconstrucción de edificios dañados, ha participado en una iniciativa en curso con instituciones gubernamentales para apoyar el proceso de reconstrucción.

Además, el papel de las redes sociales es fundamental durante la etapa de respuesta inmediata, ya que es una fuente potencial de ayuda que activa el capital social y está directamente relacionado con la reducción de las bajas humanas. Un ejemplo de esta coordinación fue la aparición de #Verificado 19S, una plataforma digital que verificó la información de las redes sociales con la participación de la sociedad civil, y gestionó los datos para hacer que la respuesta de los ciudadanos sea más eficiente después del terremoto de 2017.

Adaptación
Abordar el dolor que resulta de la crisis. La acción emocional de los líderes es esencial después de eventos traumáticos. La socialización del proceso de duelo en la comunidad corporativa es un medio para promover esta acción emocional y puede conducir a un crecimiento postraumático. La resiliencia en este contexto no es solo un retorno a la normalidad después de un desastre, sino que también implica el reconocimiento de los líderes del proceso de duelo para llorar por lo perdido. Las empresas son más que sus activos; en esencia son seres humanos que colaboran, y deberían estar en el centro.

Por ejemplo, un rescatador que fue entrevistado para la investigación mencionó que todos los días durante la respuesta de emergencia después del terremoto, el grupo de rescatadores formó un círculo para compartir sus emociones y contar las historias del día en una comunidad segura como una forma de prevenir Estrés traumático. Se deben introducir rituales similares en entornos corporativos también.

Aprende y crece de la adversidad. El crecimiento postraumático en una organización está relacionado con la adaptabilidad de la organización y es promovido por un proceso de aprendizaje en el que los líderes reflexionan sobre lo que hicieron bien después de un incidente ambiental. Los líderes resilientes son capaces de compartir su vulnerabilidad, no tienen miedo de buscar apoyo emocional y se dejan guiar por sus equipos cuando es necesario.

La resiliencia posterior al desastre es una capacidad de adaptación para crecer y desarrollarse que no ocurre por casualidad. Como ha sido evidente dos años después del terremoto de 2017 en México, la resiliencia se desarrolla en colaboración. Las organizaciones resilientes demostraron responsabilidad y solidaridad con sus empleados y con la comunidad y contaron con el apoyo de fuertes redes internas y multisectoriales. Estas redes se desarrollaron principalmente en la etapa de anticipación, y el retorno de la inversión para construirlas ha sido la supervivencia de la organización a pesar de la naturaleza crítica de la emergencia. Los enemigos de la resiliencia fueron la corrupción, la conformidad con el statu quo, la falta de flexibilidad y la incapacidad de aceptar la crisis antes de que se intensificara.

Yvette Mucharraz y Cano es profesora en Ipade Business School.


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