Cómo encontrar la alegría como gerente, incluso en los días malos
Por Daisy Auger-Domínguez
Liderazgo y Gestión de Personal
Harvard Business Review
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Resumen. Cuando el trabajo y la vida son abrumadores, puede resultar difícil recuperar la sensación de alegría en el trabajo. Las investigaciones han demostrado los beneficios de incorporar alegría, esperanza y optimismo en el lugar de trabajo para combatir el agotamiento y mejorar el bienestar. El autor recomienda cuatro estrategias para volver a conectar con la alegría en el trabajo en los días más difíciles: 1) Encuentra tu porqué: reconecta con tu pasión y propósito alineando tu trabajo con lo que te da alegría, lo que se te da bien y lo que el mundo necesita. 2) Adopta una mentalidad de principiante: aborda los desafíos con curiosidad y apertura, fomentando una sensación de asombro. 3) Espolvorea gratitud y alegría como si fuera confeti: reconoce y celebra activamente las contribuciones para construir una cultura de equipo solidaria y cohesionada. 4) Alimenta tu alegría: mantén recordatorios positivos y practica la autocompasión para mantener la energía y el entusiasmo en tu función.
Varios meses después de que comenzara la pandemia, me sentía constantemente deprimida como nueva líder de un equipo global. Cada día, me enfrentaba a una ola de desafíos para colegas que nunca había conocido y planificaba estrategias para oficinas que nunca había visto. La marea creciente de cargas de trabajo abrumadoras y tensiones interpersonales amenazaba con hundirnos. Al mismo tiempo, la falta de interacciones cara a cara me hizo añorar el trabajo en equipo que podría sostenernos en tiempos difíciles. Con la incertidumbre y el miedo por todas partes, encontrar inspiración parecía casi imposible.
Una tarde, las cosas cambiaron durante una presentación de nuevos proyectos de marketing. Al observar a equipos de todo el mundo, me sentí inspirada por su dinamismo, creatividad y talento. No se trataba de una reunión virtual más con conceptos creativos y eslóganes pegadizos. Fui testigo de la alegría y el orgullo en los rostros de mis colegas y sentí que su ánimo se elevaba con cada reconocimiento. En ese momento, mi atención pasó de la tristeza de las tareas interminables a la alegría de las experiencias compartidas, la creatividad y la resiliencia.
Quedó claro que el cansancio generalizado y la falta de conexión estaban perjudicando nuestro trabajo y poniendo a prueba nuestras relaciones. Estos factores estresantes también nos robaban la alegría y la capacidad de asombro. Era una bomba de tiempo que despertaba el agotamiento.
Las investigaciones de la Asociación de Ciencias Psicológicas indican que el estrés crónico en el lugar de trabajo no solo afecta el bienestar emocional, sino que también provoca importantes problemas de salud física y deterioro cognitivo. Sin embargo, la incorporación de estrategias que fomenten la alegría, la esperanza y el optimismo puede mitigar estos efectos. Según el Instituto para la Mejora de la Atención Médica, se ha demostrado que centrarse en aumentar la alegría en el trabajo , en lugar de solo reducir el agotamiento, mejora la satisfacción de los empleados, reduce el estrés y mejora el bienestar general, lo que conduce a menores tasas de agotamiento y mayores niveles de compromiso.
Si abordamos de manera proactiva los obstáculos que impiden la satisfacción, la conexión y el propósito, podemos transformar nuestros lugares de trabajo en espacios rebosantes de alegría y optimismo. Cuando mejoramos la forma en que nos comportamos ante nosotros mismos, mejoramos nuestra capacidad de ser más eficaces y estar más presentes para los demás. A continuación, se presentan cuatro estrategias que los líderes pueden utilizar para generar alegría, esperanza y optimismo en su jornada laboral.
1. Encuentra tu porqué.
Para conectarte contigo mismo primero debes aceptar la fuerza impulsora detrás de todo lo que haces: tu por qué.
Ikigai es un concepto japonés que se traduce aproximadamente como “una razón de ser”, o el verdadero propósito, satisfacción y realización de tu vida. Este concepto sugiere que puedes descubrir significado y satisfacción alineando tus pasiones, talentos y valores, así como abordando las necesidades del mundo. En un episodio del podcast In the Arena , el autor de How to Ikigai, Tim Tamashiro, lo describe como “los dones inherentes que posees, que puedes compartir naturalmente con los demás, iluminando y enriqueciendo así sus vidas”.
Intenta encontrar tu Ikigai reflexionando sobre estas preguntas de Ikigai: El secreto japonés para una vida larga y feliz de Héctor García y Francesc Miralles:
- ¿Qué actividades y pasatiempos le brindan alegría y entusiasmo? Esta información puede ayudarle a determinar qué es lo que ama (su pasión).
- ¿Qué habilidades y talentos posees para el bien común? Esto te ayudará a determinar en qué eres bueno (tu vocación).
- ¿Cómo se le puede reconocer y recompensar por sus contribuciones al mundo? Esto le ayudará a determinar por qué puede ser recompensado (por su profesión).
- ¿Cómo puedes tener un impacto positivo en los demás y en el mundo en general? Esto te ayudará a determinar qué necesita el mundo (tu misión).
Lo que te da alegría, lo que se te da de manera única y lo que el mundo necesita de ti es el combustible que te mantiene en marcha. Alinear tu trabajo con estos elementos puede renovar tu pasión y propósito en tu función. Por ejemplo, si ser mentor de otros te entusiasma, tómate un café y charla con un miembro del equipo junior. Es gratificante para ti, útil para ellos y aumenta la moral. Además, hace que tu trabajo sea más divertido. O, si disfrutas organizando eventos sociales, comienza una lista de reproducción de los viernes donde todos compartan su canción favorita. Es una forma sencilla de crear conexiones, difundir alegría y hacer que la semana laboral sea un poco más agradable.
2. Adopte una mentalidad de principiante.
La rutina diaria a veces puede cerrarnos los ojos a nuevas posibilidades.
¿Recuerdas la emoción que sentías cuando conseguiste tu primer trabajo o te ascendieron por última vez? Esos primeros días estaban repletos de posibilidades y todo parecía alcanzable. La emoción de nuevas relaciones, proyectos y oportunidades te hacían sentir como en el aire.
¿También recuerdas cuando esa chispa se apagó? ¿Cuando las situaciones que alguna vez fueron emocionantes comenzaron a parecer monótonas? Puede que haya comenzado cuando alguien renunció y tuviste que asumir su carga de trabajo sin cambios en el salario ni en los plazos, lo que te llevó a una espiral de agotamiento, soledad y frustración. Es posible que hayas sentido que no podías hacer nada bien o que te hayas desencantado con tu jefe, tu equipo o tus colegas.
Estabas quemado.
Y no eres el único que siente el impacto de pasar de ser un principiante brillante a un trabajador agotado y sobrecargado. Tus colegas, las personas que supervisas, tu familia y tus amigos también lo sienten.
Shunryu Suzuki, autor de Zen Mind, Beginner's Mind , escribe: "En la mente del principiante hay muchas posibilidades, pero en la mente del experto hay pocas". Adoptar una mente de principiante, o Shoshin del budismo zen, significa abordar el mundo con la apertura y la curiosidad de un novato. Esta mentalidad, libre de conocimientos y prejuicios pasados, amplía nuestra perspectiva y potencial y puede ayudarnos a liberarnos de la sensación de estar estancados o agotados al fomentar una sensación de asombro, afán por aprender y curiosidad.
Animar a tu equipo a abordar las tareas y los desafíos con una mirada nueva puede descubrir oportunidades ocultas y fomentar la apertura a otras nuevas. Puedes dar ejemplo de esta mentalidad buscando activamente nuevas perspectivas y mostrando curiosidad por los distintos enfoques. Cuando surja un problema, en lugar de recurrir a soluciones pasadas, pregúntate a ti mismo y a tu equipo: “¿Qué podemos aprender de esto? ¿Cómo podemos verlo de otra manera?”. Sumérgete en las conversaciones con una actitud de “cuéntame más” y observa cómo construyes conexiones más profundas y significativas. Este enfoque no solo estimula la creatividad y mejora tu comprensión de ti mismo y de los demás, sino que también reduce la presión de tener todas las respuestas.
3. Esparce gratitud y alegría como si fuera confeti.
Expresar gratitud de forma activa y reconocer las contribuciones de los demás puede levantar el ánimo, fortalecer las relaciones y crear una cultura de equipo solidaria. Una investigación del Greater Good Science Center de la Universidad de California en Berkeley muestra que la gratitud en el lugar de trabajo conduce a una mayor satisfacción laboral, una mejor salud mental y una mayor cohesión del equipo.
Mi colega Maneesh Goyal introdujo una tradición de “confeti” en las reuniones de directorio, en la que se compartían fotos personales y anécdotas de momentos de orgullo y fragmentos de la vida fuera de la sala de juntas para dinamizar la sala y fortalecer los vínculos sociales. Inspirándose en esto, piense en alguien que lo haya ayudado o haya hecho algo memorable recientemente. Diga “gracias” con un gesto considerado que destaque. Celebre los triunfos de su equipo con notas, menciones al comienzo de las reuniones o pequeñas muestras de agradecimiento. Estos gestos fomentan un sentido de pertenencia y elevan la moral.
Incentive a su equipo a hacer lo mismo. Convierta en un ritual divertido compartir reconocimientos inesperados o creativos durante las reuniones de equipo o los encuentros individuales. Celebrar los pequeños triunfos y los actos de generosidad puede recordarles su impacto positivo, mejorar el estado de ánimo y reducir el estrés constante. Incluya estos momentos de bienestar a lo largo de su proceso de incorporación, destáquelos en su sitio de empleo y aproveche cada oportunidad para transformar su lugar de trabajo en un entorno más conectado y alegre.
4. Alimenta tu alegría.
Los días difíciles son inevitables. Cuando el trabajo te resulta abrumador, mantener una “Carpeta de felicidad” en tu escritorio llena de comentarios positivos y momentos memorables puede levantarte el ánimo y recordarte lo valioso que eres. Por ejemplo, atesoro una nota de despedida de un miembro del equipo que expresa su agradecimiento por mi apoyo: “Sé que abogas por nosotros aunque no lo veamos, pero lo sentimos”. Esta sencilla práctica me ayuda a centrarme de nuevo y me levanta la moral durante los momentos difíciles.
¿Y cuándo fue la última vez que te dijiste a ti mismo “buen trabajo”, “eres digno” o “está bien”? Deja de autocríticarte y date la misma amabilidad y reconocimiento que ofreces a los demás. Las investigaciones muestran que el diálogo interno positivo mejora la salud mental al reducir la ansiedad y la depresión, desarrollar la resiliencia y aumentar la confianza. Al igual que los atletas olímpicos que meditan y participan en la reflexión positiva para mejorar su rendimiento , tú también puedes beneficiarte de una mentalidad positiva. Al practicar esto, recargarás tus baterías y podrás apoyar mejor a tu equipo con entusiasmo y energía. La alegría es contagiosa: cuando la modelas, los demás te seguirán, creando un ciclo de refuerzo positivo.
Cuando necesites un empujón, pregúntate: ¿Qué aspectos de mi trabajo me aportan alegría? ¿Qué debería ser cierto en mi puesto para que me quedara aquí cinco años más? ¿Cómo puedo influir positivamente en mi equipo y crear un efecto dominó? Este enfoque puede transformar el trabajo en un lugar de ligereza y conexión, contrarrestando la dureza del mundo y reavivando la chispa colectiva.
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Integrar alegría, esperanza y optimismo en los equipos es más que una versión moderna del autocuidado gerencial: es una mentalidad de liderazgo. Al implementar estas estrategias, recuerde que el objetivo no es solo sobrevivir los días más difíciles, sino hacer del trabajo un lugar donde usted y sus equipos puedan compartir alegría.
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Daisy Auger-Domínguez es directora de recursos humanos, estratega laboral, oradora y autora sobre cómo preparar a la fuerza laboral para el futuro y crear equipos de alto rendimiento que generen una ventaja competitiva sin agotamiento. Daisy es miembro del consejo directivo de Bucknell University, su alma mater, fue nombrada una de las 10 mejores líderes de la revista Hispanic Executive y vive en Brooklyn, Nueva York.
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